Una mudanza de casa, me ha hecho encontrar el maletín que me regalaron cuando comencé como maestro.
Cual máquina del tiempo, me trae recuerdos de aquel maestro novato y primerizo que fui. Ojalá pudiese hablar con él.
Le diría que los errores le servirían para aprender y mejorar. Le diría que antes que en los contenidos de la carrera de Magisterio, se apoyase más en la experiencia de los compañeros. Le diría que fuese con calma, que el propio aula le iría enseñando lo mucho que desconocía. Le diría que se tomara las cosas sin tantos disgustos, creciendo junto a su alumnado.
Le diría que creyese en su propia metodología fuera de la zona de confort basada en arcaísmos y de esos ‘siempre se ha hecho así’. Le diría que escuchara más a su alumnado, le ayudaría a aprender más rápido. Le diría que antes que hacerse conocer como docente en su aula, conociese a sus niños y niñas. Le diría que cada dificultad era un reto que superar, no un obstáculo. Le diría que inspirara con su ejemplo de que otra Educación es posible, que no le diera apuro sentirse diferente. Le diría… tantas cosas.
De un maestro, que en algo sigue igual que aquel joven, sigue teniendo la misma ilusión y amor por la docencia; sigue creyendo que la Educación es la clave para un mundo mejor.
Ah, y como docente, sigue aprendiendo cada día.